"Cuando juegas al juego de tronos, ganas o mueres." — Game of Thrones
Si algo ha quedado claro en los últimos años, es que la política exterior mexicana tiene un lema muy peculiar: “¿Y si nos la jugamos?” muy del estilo “¡Viva México!”. Porque, al parecer, jugarse el 80% de nuestras exportaciones al permitir que productos chinos bailen por la puerta trasera del T-MEC suena a una estrategia brillante… si lo que buscamos es desestabilizar toda nuestra economía y en unos años pelearnos por el papel de baño en el súper.
Mientras Estados Unidos y Canadá afinan violines para tocarnos las golondrinas, nuestro gobierno parece estar más ocupado cortando listones con empresas chinas en sectores como autos eléctricos y manufactura. Empresas asiáticas están desembarcando en México para usar nuestro territorio como trampolín hacia el mercado estadounidense. ¡Un movimiento magistral para nuestros vecinos del norte, quienes podrían decidir que México ya no merece estar en el club de Toby comercial!
Pero, tranquilos, porque todo esto se hace en nombre de la "diversificación económica", una frase elegante para justificar que estamos poniéndole en la madre a todos los acuerdos comerciales importantes. El problema es que no se trata solo de economía. Una hipotética salida del T-MEC podría desatar una tormenta perfecta: pérdida masiva de empleos en sectores clave como manufactura y automotriz.
Porque, claro, si seguimos jugando al "póker comercial" con una baraja marcada por China, pronto vamos a ver cómo el dólar se dispara hasta un nivel que hará que comprar un kilo de tortillas sea una experiencia más cara que invitar a cenar a alguien en el Sonora Grill. y un éxodo de empresas que ya no encontrarían atractiva nuestra "estrategia" de improvisación económica.
A nivel social, la cosa no pinta mejor. La inestabilidad económica podría traducirse en aumentos de la pobreza y una mayor desigualdad, en un país que ya tiene problemas para sostenerse en estas áreas. ¿Y qué decir del descontento social cuando la inflación suba y los bienes importados se vuelvan inalcanzables? (Así como la morra que te gusta: inalcanzable, pero no porque sea perfecta, sino porque vive en el cerro). No hay conferencia mañanera que pueda maquillar semejante desastre.
Mientras tanto, nuestros vecinos del norte no se quedan callados. Estados Unidos ya le lanzó el spoiler alert a México: "O arreglan su desmadre o el próximo capítulo de su serie comercial será allá donde vive su expresidente". Y Canadá, aunque menos vocal, ya se perfila como ese amigo que dice: “Si Estados Unidos lo hace, yo también”.
La moraleja aquí no es complicada: México necesita urgentemente dejar de jugar al beso de cuatro en este triángulo comercial y ponerle más ganas a la relación con sus vecinos del norte. Porque, sinceramente, coquetear con China está bien para un romance de verano, pero no para perder al sugar daddy que paga el 80% de tus cuentas. La relación con China puede ser emocionante, sí, pero ¿a qué costo? Apostarle todo a "China mi amigo" se siente más como "China, mi tóxico" que al final te deja sin empleo, sin tratados y con un dólar más caro que tus antojos el día de la dieta.
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